Constitución del 93: ¿Quién gana y quién pierde? - Por: Rafael Torres Morales
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"Ir a un cambio total producirá incertidumbre que paralizará al país en rubros como la generación de empleo e inversión", sostiene Augusto Álvarez Rodrich, en una columna de opinión publicada en La República.
El cambio total de la constitución es uno de los planteamientos más absurdos que, por ignorancia o politiquería, se están haciendo de cara a la elección, y que tendrá efectos perniciosos en la perspectiva del país.
La penosa lavada de manos realizada por el TC ante la oportunidad para precisar la interpretación de la permanente incapacidad moral declarada por el congreso, como causal de vacancia del presidente de la república, está sirviendo como coartada para relanzar la antigua pretensión de la izquierda peruana de cambiar la constitución.
Eso proponen la candidata Verónika Mendoza, quien ya ha demostrado en una entrevista que de la constitución no conoce ni la carátula, o ayer, en esta página, la excongresista Marisa Clave, quien ve en la decisión del TC un jaque mate a esa constitución.
Es un propósito que se basa en una imitación de lo que ocurre hoy en Chile, aunque no hay fundamento para creer que eso deba hacerse en el Perú. Pero la izquierda peruana cree que ese planteamiento le hará ganar votos, al igual que la bancada Descentralización Democrática que ha presentado una moción para que el 11 de abril de 2021, en coincidencia con la elección general, se realice un referéndum sobre la reforma total de la constitución.
Cualquiera que lea la constitución peruana podrá darse cuenta de que esta no impide que el país tenga congresistas inteligentes, y magistrados independientes y sensatos; que el manejo de la economía cree empleo y mejore la calidad de vida de los ciudadanos, especialmente de los más pobres; que las mujeres tengan las mismas oportunidades, que no sean acosadas, discriminadas o asesinadas; que no haya racismo; o que se proteja el medio ambiente.
Esta constitución necesita ajustes, pero parciales, como en el marco político para, por ejemplo, tener bicamera- lidad, al igual que en distintos capítulos de la misma, sin eludir el económico. Pero ir a un cambio total producirá incertidumbre que paralizará al país en rubros como la generación de empleo e inversión, con el agravante de que los probables miembros de una asamblea constituyente serían personas como las que abundan hoy en el congreso. Es decir, primero los niños y las mujeres a los botes y luego sálvese quien pueda.
Por: Augusto Álvarez Rodrich
Columna de opinión publicada originalmente en la edición impresa del diario La República, del sábado 21 de noviembre del 2020.
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